TENDENCIAS EDUCATIVAS EN LATINOAMERICA
1. TENDENCIAS PEDAGÓGICAS:
ESCUELA FRANCESA O GALA
La
escuela francesa o gala fue una tendencia educativa que se concibió en el siglo
XIX, bajo la dirección de los señores Johann Friedrich Herbart, filósofo,
psicólogo y pedagogo considerado el sucesor de Kant en la catedra de filosofía
y Friedrich Daniel Ernst Schleiermacher, teólogo y filósofo, ambos alemanes,
quienes con sus conocimientos lograron introducir el concepto de pedagogía como
ciencia, fundamentadas en la practica y la teoria como una forma de desarrollar competencias profesionales en la profesion del ser maestro.
Herbart fue una de las primeras personas que enseño pedagogía en el nivel universitario. En ese entonces existía de una forma muy limitada: como un apéndice práctico de la teología llamada catequética; como un apéndice práctico de la ética y como un gran conjunto de experiencias ocasionales de la escuela que realizaban diversos maestros. Pero en ninguno de los tres casos existía un pensamiento reflexivo sobre la enseñanza. El rol del maestro estaba determinado por agentes externos, como del estado o la iglesia o por una rutina realizada sin responder a principios. En los dos primeros casos la pedagogía se limitó a buscar la mejor manera de traspasar ciertos conocimientos y valores, es decir, se concentró exclusivamente, en el momento didáctico - metódico. Los objetivos de la enseñanza estaban dados de antemano y el docente trataba que sus alumnos lo lograran, de la mejor manera posible, pero no le interesaba mayormente este aspecto de su docencia. La pedagogía era nada más que la sierva de la teología o de la ética y los docentes eran servidores de la iglesia o del estado.
Herbart fue una de las primeras personas que enseño pedagogía en el nivel universitario. En ese entonces existía de una forma muy limitada: como un apéndice práctico de la teología llamada catequética; como un apéndice práctico de la ética y como un gran conjunto de experiencias ocasionales de la escuela que realizaban diversos maestros. Pero en ninguno de los tres casos existía un pensamiento reflexivo sobre la enseñanza. El rol del maestro estaba determinado por agentes externos, como del estado o la iglesia o por una rutina realizada sin responder a principios. En los dos primeros casos la pedagogía se limitó a buscar la mejor manera de traspasar ciertos conocimientos y valores, es decir, se concentró exclusivamente, en el momento didáctico - metódico. Los objetivos de la enseñanza estaban dados de antemano y el docente trataba que sus alumnos lo lograran, de la mejor manera posible, pero no le interesaba mayormente este aspecto de su docencia. La pedagogía era nada más que la sierva de la teología o de la ética y los docentes eran servidores de la iglesia o del estado.
En
el tercer caso, no se trataba más que de muchas experiencias desorganizadas y
los docentes no eran grandes pensadores, si no trabajadores asalariados quienes
cumplían una rutina. Eran capaces de presentar y de intercambiar experiencias
escolares, pero no contaban con los principios pedagógicos para evaluarlas y
para sistematizarlas.
Después
de la revolución francesa (1789) los estados modernos tuvieron que construir
sistemas democráticos de educación pública. Necesitaban contar con una nueva
profesión: el maestro. Para ser maestro profesional no era suficiente ser
esclavo obediente de la teología y de la iglesia o un aficionado que serviría a
la ética y al estado. Para crear una competencia profesional se necesitaba una
ciencia auténticamente pedagógica, porque solamente una teoría podía presentar
los principios para una acción competente.
Para
ilustrar este punto puede servir la distinción sociológica entre el rol social
del maestro y su auto-rol pedagógico profesional. El primero está determinado
desde fuera. El servidor social recibe mandatos y demandas desde los grupos
sociales vinculados a la educación, como por ejemplo, padres, empresarios,
autoridades, políticos, legisladores, alumnos, prensa o iglesia. El auto-rol
del maestro nace, crece y fortalece desde su comprensión de la teoría
pedagógica.
El
primer rol corresponde al modelo esclavo y el segundo al modelo autónomo de
hombre. El auto-rol sirve para criticar las expectativas no razonables y para
garantizar una autentica competencia profesional pedagógica. Solo de esta
manera, nacela responsabilidad personal del maestro, la cual no puede delegar a
ninguno de los grupos sociales.
Para cumplir adecuadamente
esta responsabilidad no bastaba entonces –y no basta ahora-disponer de una teoría adecuada. En esta época,
como ahora, era necesario conectarla (acompasarla) con la praxis educativa en la
familia y en la escuela, por eso el problema de la relación entre teoría y
praxis no era solo un problema en los comienzos de la pedagogía, sino también ahora
continua siendo un problema básico permanente.
Según Herbart (y también los
otros padres de la pedagogía, como Schleiermacher y después Dilthey), la pedagogía
tuvo que tener una triple tarea: mejorar la praxis educativa en las familias y
en las escuelas; establecer una interpelación institucionalizada entre teoría y
praxis (ciencia y acción); y preparar o fundamentar, a través de la teoría, una
competencia profesional en la práctica. Esta competencia no nace automáticamente
de la lectura de los libros o del estudio de teorías, sino que surge de la reflexión
autónoma de los estudiantes o de los futuros educadores/maestros.
De otro lado, Schleiermacher
estaba más interesado en examinar el tipo de ciencia que debe ser esta nueva pedagogía:
un análisis empírico, una especulación filosófica, o una cooperación dialéctica
de ambos. Esta es una pregunta importante porque de su respuesta depende lo que
el maestro debe estudiar, cómo formarse y cómo trabajar. Mientras Herbart empezó
por distinguir la pedagogía como teoría de la educación y como arte, Schleiermacher
analiza que es la educación y se pregunta si es practica (accionar) o poiesis
(producir), es decir, comienza desde lo que pasa en la clase. Así, es uno de
los primeros filósofos de la educación que destaca la propia dignidad a la educación
y reconoce que teoría vienen después y no debe dirigir ni domesticar la educación,
sino que ayudar a los que educan a tomar conciencia de lo que hacen y a
distanciarse del quehacer diario para criticarlo constructivamente. Por lo tanto,
a diferencia de Herbart, sus preguntas centrales son: ¿Qué es la educación? ¿Es
educación lo que se ofrece usualmente en las escuelas? ¿Cuál es la idea de educación
que permitiría dilucidar si se ofrece habitualmente en las escuelas o si se
trata de otra actividad que erróneamente se llama educación? ¿Es lo mismo instrucción
que educación? ¿Es viable planificar la instrucción? ¿Puede hacerse lo mismo
con la educación?
BIOGRAFÍA:
ADAM SMITH
OBRA LITERARIA:
LA FRANJA AMARILLA
Título original de la obra: “Colombia, el Proyecto Nacional y la Franja Amarilla”
Autor: William Ospina
País: Colombia
Lengua: Español
Fecha de publicación: 1996
Precedido por Un álgebra embrujada
Seguido por Las auroras de sangre
Autor: William Ospina
País: Colombia
Lengua: Español
Fecha de publicación: 1996
Precedido por Un álgebra embrujada
Seguido por Las auroras de sangre
William Ospina (Padua, Tolima, 1954), poeta, ensayista y traductor. Premio Nacional de Poesía Colcultura, 1992. Ha publicado entre otros libros “Esos extraños prófugos de Occidente” (Norma, 1994), “Un álgebra embrujada” (Norma, 1995) y “¿Con quién habla Virginia caminando hacia el agua? (Norma, 1995).
(¿Dónde está la franja amarilla?) Es un libro a manera de ensayo escrito por William Ospina en marzo de 1996. Su título surge de una metáfora con respecto a la bandera y los partidos políticos tradicionales «(…)ahora que el rojo y el azul han dejado de ser un camino, ¿dónde está la franja amarilla?(…)»
La apertura de texto se desarrolla, y direcciona el absoluto de la obra en el momento en que William Ospina intenta responder a una pregunta realizada por una amiga norteamericana: «(…)no entiendo -me decía-, con el país que ustedes tienen, con el talento de sus gentes, por qué se ve Colombia tan acorralada por la crisis social; por qué vive una situación de violencia creciente tan dramática, por qué hay allí tanta injusticia, tanta inequidad, tanta impunidad. ¿Cuál es la causa de todo eso?(…)»
El autor en primera parte, argumenta su posición apelando a la realidad actual, y a su vez, a lo desgraciado que es para Colombia ser el primer país del mundo en índices de criminalidad. Después, aduciendo esto al desamparo bajo el que está inmerso gran porcentaje de los habitantes de nuestro país, enuncia uno de los aspectos quizá más trágicos por el que una nación ha podido atravesar, y es que, Colombia viva una crisis excepcionalmente trágica, y tan distinta a lo que han padecido los demás países del Tercer Mundo. Esto a su manera, lo contrasta con la opulencia difícil de exagerar que ostenta la clase dirigente posicionada inmediatamente contigua a los índices más inquietantes de ineficiencia estatal, entre muchas otras cosas.
Complementando lo anterior, comenta lo pasmoso que para él resulta que brillen por su ausencia quejas, y manifestaciones por parte del pueblo Colombiano ante un Estado que para ellos es inexorablemente un ente mal dirigido porque se sienten en malas manos. Por ello resulta pasmoso, porque no es un pueblo que se manifieste cuando lesionan su dignidad, y porque no le exige a sus gobernantes el deber imperioso de recordar que representan un pueblo, además de saber, que son pagados también por el pueblo. Y, entonces, habla de Francia al que llama El país de la Revolución por hacer respetar lo expuesto y demostrado anteriormente, pues Colombia aún no hace respetar lo que Francia en bloque sí.
Más adelante el autor comenta que, al punto en que el éxito de Gaitán se hizo imparable, los partidos tradicionales iniciaron tres etapas antirrevolucionarias en contra del caudillo: el asesinato que generó el Bogotazo; La Violencia; y el Frente Nacional, con todo esto el país quedaba a manos de aristócratas liberales y conservadores, que aseguraban su sucesión en el poder porque se intercambiaban el mazo a fin de seguir desamparando a los pobres; por lo que William considera el 9 de abril de 1948 la fecha más infeliz del siglo para nuestro país, porque ése día se confirmó dramáticamente la ruptura de un orden social original que parecía inquebrantable.
Desafortunado que, la presencia de hombres armados forme parte natural del paisaje colombiano, como las colinas y los ríos. Y es, aún más dramático, ver a qué puntos de intolerancia llegó el sectarismo político antaño. Ver las peleas entre godos, y cachiporros pobres, mientras los dirigentes de sus partidos –los aristócratas– se encargaban de financiar las peleas para matarse entre sí. Todo ello finalizó con el abrazo de Alberto Lleras y Laureano Gómez, con ello no hubo ganador alguno, pero sí un saldo de 300.000 campesinos muertos.
De esta manera el autor cierra con una medida siguiente y posterior al conflicto entre Liberales y Conservadores, unos versos genuinos y valerosos «(…)todo eso sólo requiere la apasionada y festiva construcción de vínculos sinceros y valerosos. Y hay una pregunta que nos está haciendo la historia: ahora que el rojo y el azul han dejado de ser un camino, ¿dónde está la franja amarilla?(…)»
NORMA TÉCNICA CURRICULAR COLOMBIANA:
COMPETENCIAS BÁSICAS